miércoles, septiembre 28, 2005


CRIMEN Y AMENAZA GLOBAL.

LauraBartolomeo.

Las causas del crimen y de la comisión de delitos, incluyendo el crimen político y los de lesa humanidad, tienen múltiples explicaciones, unas de carácter cultural, otras de carácter social; también de carácter económico, político, psicológico y hasta genético. Variadas teorías intentan dilucidar este tema que, inexcusablemente, nos lleva a preguntarnos por el origen del mal.

La comisión de delitos donde prepondera el robo, el asesinato y las violaciones, es un fenómeno que dejó de ser un asunto nacional para convertirse en un problema global, cuyas consecuencias son, a la fecha, inimaginables, debido al efecto devastador de la iconografía sangrienta disponible a través de los medios de comunicación, en especial de la televisión, donde el homicidio es un invitado permanente, bajo las más diversas apariencias (reales o de ficción), sea para consumo infantil, sea para consumo de los jóvenes. Esto, agravado por la presencia de la droga, la prostitución y el crimen organizado.
Bajo este prisma, se trata aquí de un asunto de carácter social, cuyas implicancias afectan la estructura política y cultural de las sociedades de todo el mundo. En cuanto al crimen de lesa humanidad, éste también es de carácter global, puesto que compromete la conciencia de todas las naciones civilizadas, y se diferencia del delito común por su carácter imprescriptible.

En la comisión de estos crímenes, generalmente amparados en el aparato del Estado, no confluyen los mismos datos que en el anterior, por el contrario, se trata de acciones humanas que tienen poco que ver con las influencias del medio u otras consideraciones sociales; al contrario, están centradas en la personalidad de los comisionantes, cuestión que nos permite inferir que el mal está más allá de la realidad común. Y que el crimen más cruel es aquel que se genera en medio del poder totalizador.

En este punto, nos interesa comprender por qué el hombre se inclina hacia el bien o hacia el mal. De acuerdo a Erich Fromm, su origen está radicado en el corazón del hombre, el que, como una esponja, se vitaliza con la sustancia del mal o del bien que succiona de la vida, según su naturaleza. La antigua cuestión de si el hombre es lobo o cordero, cobra singular importancia en estos días de sombría prevalencia del crimen. Aparte de cuestiones de desarrollo básico al interior de las comunidades para evitar la frustración y la comisión de delitos, está el análisis central de la naturaleza intrínseca de la especie humana, puesto que el crimen cobra aún, en las naciones más desarrolladas, dejando en evidencia la cuestión fundamental, que se dilucida finalmente, con el estereotipo del hombre bueno y el hombre malo. El hombre biófilo y el hombre necrófilo. El hombre que ama la vida y el hombre que ama la muerte. Asunto que el pensador comprende como consustanciales a determinados aspectos biogenéticos y psicológicos del individuo, tales como una supuesta sujeción simbiótica morbosa a la figura de la madre (de aquí surgen las madres castradoras que no dejan crecer a sus hijos, de las que yo no quisiera ser parte), un narcisismo exacerbado y enajenante, más una actitud necrófila frente al mundo que lo rodea, y manifestado en una inclinación a lo inorgánico (interés y amor desmedido a los bienes materiales, a las armas de fuego, al culto de la guerra y a las soluciones violentas, etc.), y una intransable sujeción al orden y la disciplina, exagerados hasta impedir la libertad de la vida. Esto, en una visión necrófila del hombre. En cuanto a su opuesto, que naturalmente se encuentra en la visión biófila, que es la tendencia a generar vínculos con la naturaleza, a dejar crecer a los seres que lo rodean sin coartar su libertad y desarrollo, y a relacionarse con optimismo productivo con el prójimo; ésta constituye el anverso de una medalla difícil de mantener brillante. Estas características, operantes en la propia naturaleza del hombre, pueden darnos una aproximación sobre esta misteriosa condición humana, que la Historia ha recogido con singular precisión. Ahora, ¿cómo reconocerse uno mismo esta condición fundamental? Por de pronto, basta con confrontar a un biófilo puro con un necrófilo puro, y tendremos la visión extrema de un santo por una parte, y de un destructor maligno por el otro. Pero, tampoco la solución es de extremos, puesto que están los estados intermedios y las inclinaciones relativas, sin embargo, la tesis de Fromm puede darnos una perspectiva que debe enriquecer nuestro juicio frente al tema del mal; y entregarnos una herramienta para reconocernos a nosotros mismos, como partes de un compromiso radical con la vida.

Entonces, invito a la especie humana, con raíz en la Tierra, a leer El Corazón del Hombre, de Erich Fromm, un librito pequeño, de no más de 150 páginas, y de una particular sencillez de lectura.

viernes, septiembre 09, 2005

¡Presente! Soy Laura bartolomeo

Hola:
Soy lauralisabartolomeo, y he sido invitada para compartir tareas en "Alienigena Reproducido". Como el desafío conmueve mis fibras más íntimas como comentarista del papel que cumple la mujer chilena en la actual sociedad global en que estamos insertos, me comprometo a hacerlo con sinceridad y apego a la verdad. Quizá si, en oposición a determinados vicios típicamente masculinos, las mujeres debamos reaccionar con fuerza y decisión, sin dejar para mañana las discusiones que debamos iniciar hoy mismo. Ejemplos hay muchos, pero para partir, dejo lanzado el primero: el abusivo fanatismo con que los hombres imponen sus gustos futboleros en el seno de los hogares chilenos, arrasando con todo atisbo cultural que se les oponga. Como las consecuencias de este fenómeno, afectan la felicidad de la familia en su conjunto y de las mujeres en particular, en mis próximas apariciones iremos desglosando y comentando cada uno de sus infinitos relieves socioculturales. Prometido.
Hasta pronto.